Mi abuelita es de esas personas que le encanta comenzar sus conversaciones con el tema trivial del clima. Ella dice, con su característico acento yucateco, "mare, que calor" mientras saca su silla en la puerta de su casa, para disfrutar de la brisa vespertina. Tiene, usualmente, un vaso enorme de agua con hielo y se queja de su jornada, mientras
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